Un dolor

dolor

Que el silencio sea ahora el amante de la noche, y de noche en noche, que sea un silencio continuo para que la voz de mi corazón resuene en un grito silencioso al interior de tus oídos; que se forme de mis labios una recreación del leve palpitar que acoge mi pecho, aclamando entre sollozos y tristezas la ausencia que se encadena fervientemente a mi razón y a mi pasión como amante. La temperatura naciente de mi insana situación se espanta al tiempo que forma aires de calidez, que, de momento en momento me llenan de ti, a pesar de la distancia, a pesar de tu ausencia.
Tiño las aguas y los aires de sangre, tan muerta como los restos de un naufragio, tan escabroso como el penar de las almas perdidas…Escucho cuervos, quizás alondras, escucho la soledad arrastrándose cerca de mis pies. Llegan por mí las sombras deprimentes de este vacío, tan tácito como el mismo silencio…Se cuentan, se sienten, se respiran.
Mi interior se llena de melancolía, cedo ante la marea infructuosa de lo que sucede, cierro mis ojos que en algunos momentos gemirán simulando las lluvias frías de noviembre y sucederá la monotonía de mi llanto.
Grita y clama mi corazón, la quietud de sus imposibles son dagas en contra de mis movimientos que, por consigna de voluntad intentan volcarse para significar mi muerte clavando en torbellinos de fuerza la oportunidad del descanso eterno…Qué suplicio es mayor al vacío inherente a tu partida? Cómo negar sentimientos que carcomen el alma y la acaban en vida? Los cuervos bajan cada día para arrancar el corazón y las entrañas, y retornan a mí cada noche para servir de alimento rutinario a un carroñero llamado tiempo.
No se alcanzan a entorpecer las memorias o los pensamientos de los que te adueñaste una vez, son puntuales, y son las garras de estas bestias que desgarran mi ser…Y estoy inmóvil aún en el dolor, y sólo puedo llorar, y sólo puedo morir una y otra vez, día a día, muerte a muerte…

Escólteme del sueño profundo lo que tu recuerdo me da, y que velen conmigo los cánticos que nacen de tu boca…Te escucho, a lo lejos, como si se vertiera tu voz de un faro, como si gritaras…Y me embriaga la pasión, la nostalgia, los sueños, el dolor…Permanece un sueño, un anhelo de ti y de mí, de un viaje, de un vuelo, de una aventura, de un camino…Y de ellos residen las sombras de un pasado no transformado en presente, de un presente sin futuro. Una cita a la que no llegué, una oportunidad perdida, y de ellas, sólo lágrimas vertidas.
Te detuviste ante mí, fuiste mi tren, mi estación de partida y de llegada; ahora corro tras de ti sólo viendo el polvo de tu huida, solo viendo residuos, sólo viéndote partir.

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