Un beso

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Noche de lúgubres estrellas que se esconden tímidamente detrás de los copos blancos del firmamento tratando de remediar la pérdida constante de su brillo; se nota en ellas una desilusión irremediable y la noche logra confundirse con la tristeza de tu ausencia.
El frío es el abrigo y en él van pereciendo los pequeños trozos de vida que sobrevivían en los lamentos del ayer.
El gemido de sombras nacientes de las luces sórdidas resquebrajan el alma y aturden a la razón. Se forman zarcillos que estrangulan el corazón…Es una noche más.
Es un invierno de muerte, una amargura dulce, se tienden los cuerpos en la almohada, se restringen sus calores.
Los sonidos que traspasan el silencio son ondas de inmundicia y de dolor, las nostalgias nacen de las memorias, los ojos las tiñen de realidades pasajeras. 
Un beso– Repito para mí misma, –Tan sólo un beso– Las escondidas llagas renacen de sus rincones y se extienden en la superficie tiñendo con sangre las mentiras serenas, las verdades feraces.
Adagios repartidos en soledad, deseos ocultos fluyendo por las porosidades de las ganas…Sigue resonando cual campanario real –Un beso- La añoranza de la vida propia a través de los labios de la bondad, las hipótesis nacientes del quizás, las escondidas casualidades con los minutos pasados.
Un beso para llenar los vacíos y las tristezas, un beso para llegar a la noche saludando las estrellas distinguiéndolas en brillo tanto como mi corazón en dicha. Un beso para llegar a las formas del amor extendiéndose a los terrenos de la pasión.
Un beso para recordar una vida después de la muerte, para hallarme de nuevo contigo, junto a ti, quemando a fuego lento los dolores y respirando vientos de renacimiento.

Un beso a oscuras para amar, para quemar y extinguirnos, cuerpos volátiles ante las suaves brisas de la noche. 

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