Muriendo

Me hablaste premeditando la caída libre de cualquiera de nuestras existencias, dijiste algo, no recuerdo qué cosa, sólo porque las posibilidades de desaparecer suelen ser muchas para cualquiera; pero se te olvidó buscar las palabras, el momento y la forma indicada para hacerlo.
Qué muerte no deja atrás líos inacabados, qué ausencia no es pesar al menos para una persona en el mundo? En ocasiones me pregunto qué saldría de tu boca si llegase el final para ti…En vida debo mantener mi pecho abierto para que la herida no sane sólo condicionándola para el próximo golpe; las necedades que salen de tu boca van a cesar algún día o es necesario que mis oídos y mis ojos sigan siendo el blanco de tus consideraciones que más allá de recoger los trozos que he perdido de mi vida, los estrellan aún más contra el suelo volviéndolos casi invisibles para mí, desapareciendo la posibilidad de poderlos reunir todos alguna vez.

Mi vida, permíteme hablar a viva voz, pues en algún momento tu profecía puede tornarse cierta y acaparar tu atención una vez más; tal vez no por amor, tal vez ni siquiera por cariño, sino por el vacío que te deja en el interior saber que pudiste decir mucho más de lo que habías callado.
Mi corazón espera encontrarse contigo el día en el que la muerte recoja mis suspiros, no cuento con el presagio ni mucho menos con un indicio de lo que impulse dicho momento, pero quisiera tenerte tan cerca como fuera posible sólo para aspirar por última vez el aroma que se desprende de ti y que aún cerrando mis ojos logro sentir; tomar tu mano y sentir su áspera textura con las yemas de mis dedos…Regocijarme un momento sólo por mirarte para luego decirte:

Por fin te liberas de mí y de mi astuta intensidad de amarte tanto o más como lo hice desde que te conocí.
Por fin parto de mi soledad y de su ausente significado, que ya no es más que el vacío que dejaste el momento en el que partiste.
Por fin puedes dedicar tu vida a ti, sin pensar en mí en ningún momento, bueno o malo, sin recordar instantes, sin siquiera pasarme de largo.
He decidido regalarte mi último pensamiento, un detalle que no ves y que no te servirá para hacer nada, pero que te dirá que no importa lo lejos que estés, en algún lugar entre las dimensiones de este gran universo hay un espíritu loco por tu presencia que en vida desangró ríos queriendo desaparecerte de raíz sin lograr hacerlo…En eso me transformo ahora, en eso dejo convertido este cuerpo que se malgastó con los años por tanto esperar.
Debo decirte que de toda mi vida, y de todo lo que en ella existió hay un solo arrepentimiento que sabes que se relaciona contigo, pues no pasó un día sin pensar en lo que hubiera sido este camino a tu lado. Te amé con locura, sabes? Y aprendí de lejos la manera correcta de hacerlo, levanté del suelo mis errores y los convertí en retos para mejorar cada detalle de mí que no coincidía contigo…Lo creas o no, me volví mejor persona, y aunque lo dudes mi vida sí tenía un eje al rededor de la tuya, fuiste mi vida entera y aunque este sea un pensamiento que te presento ahora, me acompañó cada minuto quitándome la razón más de una vez. Tenías razón, estaba loca, y aún lo estoy, total y completamente loca por ti mi hermosa niña; lo único razonable era la razón de vivir esperando estar de nuevo contigo, sé que era un imposible, por un lado porque te convertiste en un enemigo que quisiera no tener y por el otro…Lo que tú llamaste “agregante”.
Qué tan rápido pasan las cosas amor, qué tan fácil se desaparecen de nuestra apreciación hasta quedar totalmente desmeritadas, y eso fui yo para ti, y lo entiendo. Me pasé la vida lamentando tu pérdida y jamás logré levantarme del suelo; tus palabras fueron cañones contra mi corazón y me lo volviste trizas no una sino mil veces, intenté sostenerme con fuerza ante tu indiferente presencia pero siempre hallaste la manera de verme caer, eso nunca lo entendí y parto hoy sin entenderlo.
Ojalá fuera posible remediar tantas cosas, incluso a veces desearía repetir mi vida y no conocerte, ser consciente de que si entras en ella saldrás sin ocuparte de lo que estás dejando atrás, sin importarte el daño que me haces…Pero no puedo hacer eso…No puedo eliminar mis escenas favoritas de una película, no crees? Tampoco las más excitantes, las más locas, las aventuras y desventuras, las tantas peleas por cualquier estupidez…
Siempre quise que me conocieras de nuevo, que te dieras la tarea de intentar un “roce” conmigo, así como cuando nos conocimos, recuerdo esas noches y a veces me pongo a llorar porque esa hermosa mujer de un momento a otro se desvaneció como cenizas al viento y me dejó presente los residuos de una roca misteriosa que no comprendí.
No sé qué fui para ti, pero ten por seguro que sé lo que fuiste tú para mí y hasta tú lo sabes muy adentro de tu alma donde sé que lo sientes todavía. Una vez me dijiste que tengo un gran corazón, bueno, qué hay de cierto en eso después de todo lo que me has dicho para eliminar esas palabras de mis oídos? Pero si hubo algo bueno en mí, nació por ti y gracias a ti, a la amabilidad de tus gestos y al calor que me brindaste, un calor del que no me pude despedir nunca y al que hoy me toca renunciar aún queriendo conservarlo eternamente.
Por último amor, déjame decirte, recordarte, recalcarte y pintar en el cielo con estrellas, que te amo, que eres un sueño, el más hermoso que pude vivir en mi realidad…Eres la imperfección más hermosa de todas y por eso te amé cada día de mi corta o larga existencia.
Tuve mucho para darte, y mientras pude, lo hice, porque lo merecías a pesar de todo…Encontraste a alguien mejor que yo, y aunque no amerito el sufrimiento que según tú merecí partiendo de todo lo ocurrido, agradezco en el alma que ésa persona exista ahora para ti.
Éste es un adiós que muere sin ilusiones y sin ningún rencor por el pasado…Si me has de recordar, hazlo, recuerda mis palabras, mis ojos, mi forma de preocuparme por ti…Recuerda lo bueno que después de todo fue lo que te hizo amarme por algunos años.
Ahora parto, no recordándote sino sintiéndote…Adiós a mi vida, que más que mía, fue enteramente tuya”

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