Espejo

Melancolía2
Frente a mis ojos hay un reflejo que ha nacido de la desesperación y de un matrimonio eterno entre la soledad y el tiempo…La silueta, a pesar de que no ha cambiado mucho, dice mucho más que las palabras que podrían formularse de los labios que apenas logran abrirse ante la pesadez de los versos que antes que luz proveen una oscuridad perpetua que encierra la habitación en la que me encuentro.
Y me hallo perdida en el espejo, encerrada en la imposibilidad de correr tras las siluetas que antes valían centavos de alegría, y que ahora huyen de mí despavoridas por temor a ser eliminadas por completo. Se entiende en los ojos una tristeza que ahonda en la miseria de la que no se habla, pero que se muestra por sí misma…En las mañanas le pregunto a esa mujer desconocida, cuándo tomó el control de mi vida, cuándo logró habitar en los residuos de lo que ha quedado de mi existencia tan pasajera quizás como la de una roca, quizás como la del agua, que sigue su camino pero no tiene la oportunidad de ser consciente de ello.
Los rastros de lo que alguna vez contuvo una risa se han degradado con el tiempo dejando manchas de sinsabores y de necesidades que se tornan opacas con la neblina que aparece en el reflejo cada nuevo día…
Se responden mis preguntas con esa silueta que reconozco en la pared, resucitan palabras que dejan nichos vacíos en el fondo del corazón, resucitan lágrimas que rodean una faz que ha caído por completo ante las inmediaciones de la carencia, de falsos positivos que auguraban felicidad.
Es una fotografía del alma lo que alcanzo a ver, es un intento, uno de los tantos por recuperar un poco de todo y abandonar la nada…el vacío, el blanco y el negro, la estupidez.
Es obvio el duelo que llueve al tiempo que se derrocha disforia confundida en las alas de una esperanza tardía que llegó para retenerse a sí misma en las inmediaciones de lo poco probable…Alas…Esperanza…De qué sirve querer volar si el viento que arrastra y levanta ha desaparecido bajo las sombras de una desilusión marcada en cada rasgo de esa persona desconocida…
Tan desconocida como el nombre, como la palabra, como la sensación que se llegó a tener al encontrar lo más hermoso…Hay un leve agradecimiento, hay una leve muesca que quiere rescatar lo que quizás debería ser alegría. Llego a reconocerme a mí misma en la extraña que describo, y reconozco en ella mi presencia…Y reconozco en ella mi tristeza.
Recuerdo el porqué de mi esclavitud, el porqué de este peso tan insoportable y fácilmente reflejado en mi rostro. Soy mi propia enemiga y en mis luchas sólo sangre veo resbalar por cada parte de mi ser. Fluyen sólo desgracias, dolores y penas que acaban en el suelo para convertirse en piedras filosas que fuerzan mi caminar a convertirse en caídas permanentes, y allí, tirada al tiempo que yazco de pie frente al espejo, revivo la desgracia de mi soledad, revivo el amor que atraviesa y que no escapa de mi interior…Es inevitable llorar, es inevitable sufrir, es inevitable el dolor…Y golpeo mi alma contra las paredes que le rodean, y tomo el orgullo en mis manos para desgarrarlo al tiempo que se desgarra mi ser. Una lágrima aparece como signo de invalidez y tontería, como signo de la claridad que ante mis ojos se extiende. La extraña soy yo, no hay nada más qué pensar, no hay nada más que decir…Pero hay mucho más por lo que llorar.

Así que golpea con los puños tu mundo, llora, grita y siente rabia por tu existencia, que ha abandonado la razón para llenarse de un patetismo digno de nadie y orgulloso sólo de ti. Ahórcate con tus agallas y quémalas luego, porque de servir ya tendrían en ti un efecto…Desdóblate, híncate, y cae de rodillas, amarra el suelo con tus manos y atácalo con rabia mientras que de ti brota el agua salada en una forma que demuestra, no debilidad, sino la fortaleza de un momento en el que eres menos, en el que no existes, porque sabes que el vacío se reduce a tu alrededor hasta abandonarte en manos de la soledad. Una lágrima no te hace menos, te quema, sí, pero acalla el dolor que cargas. Comienzan a caer lentamente sobre el piso, pero el estruendo es ensordecedor…Pesan tanto como lo que representan, y cada una duele tanto como mi amor, que enardecido reclama por ser real…y así de enardecido le insiste el destino en un no que ahora es eterno.
Me digo a mí misma en el espejo reflejada…¡Llora! Porque el sufrimiento no ha desaparecido, ¡Puedes flaquear! porque nadie te ve…Y en mí, la voz…Aquella que dice y repite burlándose de mí que igual el sentimiento no va a desaparecer, y que el dolor piensa permanecer…Que ella no regresará…no lo hará!!…

¡¡¡NO HAY MÁS!!!

Veo cómo el vidrio ante mis ojos se rompe, al tiempo que mi interior se resquebraja, al tiempo que mi mundo cae en pedazos…

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