Rosas marchitas…

 Rosa negra y texto Allí está mi corazón, vuelto un nudo ciego entre el fallecer de dieciocho rosas, cada una de las cuales hace un mes, un minuto, un segundo o un simple instante desde que te extraño…Cinco años.
Guardé en esa caja los pensamientos que de ti poseo a diario, no por no sentirlos, sino por entregártelos; no por desecharlos sino por protegerlos; no por dártelos, sino por recordarte que los tengo. Pensamientos de un día cualquiera o de un momento preciso en el que cerrando los ojos te pueda encontrar…Pensamientos, tan vacíos como un empaque sin contenido, pero tan repletos como de sal el océano. Una caja que pudo llegar sin cintas, sin ataduras y quizás abierta, para que llegaran hasta ti los poemas nacientes de mis versos, versos de ti, que sólo se acallan en tus oídos y se pierden en tu boca.
En una frase todo mi amor…Aún cuando mi amor en una palabra o en un libro no quedaría resumido, porque como el amor, el universo es infinito, y como el universo, es infinito el verbo que el amor significa…Un verbo que piso a diario para recordarme lo que siento, y que mantengo adherido al zapato a modo de prenda, no para no olvidarte sino para hacer un invento que me lleve a pisarlo sin que duela, o a que duela sin sentirlo…Pisotearlo para no olvidarlo, y, olvidarlo para qué si dejaría de sentirlo…
Entre cintas decoradas para gritarte a lo lejos que aún a ti estoy atada, sin quererlo, sin pedirlo, sin necesitarlo y sin desearlo…Sólo porque sí, sólo porque así es, sólo porque así vivo, con el hilo de mi existencia apartándome de la mía propia para amarrarme a la tuya viva…
Entre rosas, aquellas que quizás ya marchitas te regalan un esbozo de mi escarlata y sangrante corazón que con el tiempo se pierde, fallece y se rinde en brazos de tu adorado recuerdo, que me inunda todavía de pasión y que me recuerda lo intenso del dolor…Otras tantas, iluminadas de blanco y decoradas de sangre…Un blanco infinito de esperanza que se derrama en un cuerpo que apenas sobrevive a la hemorragia de un puñal que robó mi palpitar y me hizo renunciar a los suspiros de mi vida y mi gloria.
Entre blanco y rojo, entre pétalos y hojas, busqué entregarte mis momentos y pensamientos…Y hoy, como ellos entre sus colores y aromas, fallece mi virtud de considerarte mía, así como murió en el pasado la victoria de tu llegada y la derrota de mi valía.
Mil rosas más te regalaría si supiera que entre tus manos –Así como mi corazón- ellas no fallecerían…De mil colores si pudiera, un arcoíris te daría…Pero ahora se rezaga solo el rojo de pasión, ardiente por tu amor, enamorado de tu calor, calor que aún ansío, ansias de tu aroma, aroma prohibido, prohibido como el rojo de este corazón, que encendido permanece, y encendido estará como un faro a media noche guiando un barco con tu amor.

Rosas marchitas con el tiempo, pétalos caídos de distancia…Caminos forrados de las mutiladas rosas…
Rosas que, como yo, con el tiempo no existirán…Y morirán en un atardecer, así como yo…mutilada de esperanza, mutilada de razón.
Ojalá como ellas, yo pudiera morir entre tus brazos, abrigada de tus dedos, al son de tu respiración…

…Ojalá como ellas me pudiera dar a ti por cada fecha, por cada día, por cada instante en el que pueda decir que aún te quiero mía…

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