Maldito segundo

147110_573218941_1167939872_f_h025309_l Que caiga la maldición sobre los minutos de este día y que el porvenir sepa borrarlos en mi cabeza, pues recorridas 18 luces de este valiente pero injusto recorrido de la aurora, apareció ella.
He sabido engañarme detrás del odio, pero el odio no engaña al corazón si el corazón no es fácilmente maleable, y en mi caso eludible.
Quería odiarla y en mis jornadas no hay más que rencores acumulados levantándose como fichas de ajedrez que protegen la torre que sólo defienden mi conciencia, mi voluntad y mi razón. Pero entro al juego nacido de la tristeza, un juego de melancolía y de negación, dos llagas que me mantienen en un luto depresivo e indeseado, un luto que derrumbó mis fortalezas y mis defensas al verla a ella, en su momento, en un instante, en un cruce simple de miradas y de vagas existencias.

Maldigo ese momento de hallarme desnuda ante la simplicidad de un roce miserable de sus pupilas y las mías; maldigo la sensación tan humana que descaradamente se reproduce en mi corazón cuando el viento balancea destinos favorables para verla, porque no quería, porque no lo esperaba y porque estando en contra de cuanta voluntad (o residuo de ésta quede en mí) aún poseo, mi vida se reduce en ese segundo…Un segundo vuelto derrota sin batalla, y sólo un segundo para verle en mi vida como victoria.

Su cabello, sus ojos, sus manos, sus piernas, su boca, y aquella risa en la que caí cuando quise buscarla entre la multitud. La fina indiferencia con la que me encuentro, la caricia de un pasado perseguido por las ganas, las ansias y el profundo deseo de hallarle a ella descubierta en mis mañanas y poseída en mis noches.
Maldito fue ese momento, y a él dirijo un eterno grito de negación profunda –No- Un no dirigido a la falsedad de este camino, a lo fortuito de este destino, porque me engañó, me sedujo en buenas palabras para convertirme en masa corporal después de esa aparición que aunque hermosa, sigue siendo prohibida.

Tragar entero cenizas, respirar azufre, un temblor inevitable, el pulso carcomiendo el corazón, mis manos seducidas por la angustia y la ansiedad de hablar. Mis pies discutiendo a favor y en contra de la solución y del problema: Salir corriendo o acercarme…Lío soluto en esa sensación de hormigueo que ahora tanto odio, tanto lo odio que lo amo como a ella y a su presencia…Presencia que es ausencia sino le toco, ausencia que es miseria siendo de nuevo intocable.
Tan cerca y a la vez tan lejos de la palabra y de la mirada; de ella y de sus sabores, de los colores que no derrocha sino que utiliza en los panoramas que la recubren en esa sutil suavidad de existencia.
Soy ahora un ente perseguido por su fugaz imagen de dama inquieta e inquietante, dueña de mi desenfreno, pasión y reacción…Una reacción poco vaga para lo que debe ser, un desenfreno infinito por lanzarme al abismo de seducción y admiración que despierta en mí la forma en la que pisa esta tierra.
Descontrol fue el efecto de esa droga, que por dos segundos cautivó mi gobierno, un descontrol que huyó y se acuñó en mis ojos y mi garganta para regalarme el llanto incesable que cursa por mis mejillas…Porque no quiero esto, no quiero estar así…-Eso grito- Porque te quiero a ti y quiero estar contigo…-Eso susurra mi lengua-

Descontrol hay ahora en mis dedos proclamando un amor infinito, infinitamente derrotado e infinitamente olvidado…Descontrol en mis armas, denominadas así porque luego de batallas (tus ojos) caen para dejarme limpia ante el pasado. Pasado que recorrió mi visión proclamándose de nuevo victorioso en territorio que le basta, porque sabe que es su colonia…
Me declaro en derrota y fuera de batalla, pues aún queriendo odiar, es mi ser el que no ha podido dejar de amar.

Hoy la vi…En su suave, eterno y majestuoso brillar…Y mordí mis ganas, mi aliento y mi presencia…¡Porque de tanto querer odiarla la amé un poco más!

Sólo la vi…
Y sólo por eso, me perdí…

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