Ella

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No mentiría con mis palabras ni serían ellas un derroche o desperdicios hipócritas, si llegara a decir que la he pensado desde siempre. Los días parecen continuarse en una llanura de memorias tan constantes como el mismo tiempo que pasa desde que no la tengo cerca. Creería tal vez que tan hermosa es esta nostalgia que en algunos puntos podría tornarse real, pero no es así. La distancia formada sólo ha de multiplicarse hasta opacar su figura tras la neblina de la indiferencia, aquella que destina hacia mí.
Sin embargo, le pienso, le quiero y le recuerdo, no obtengo recompensas por ello, pero tampoco por olvidarla o reducirle mi estima. Su presencia en mi vida ha sido más que en un minuto, ha abarcado lo complejo y lo simple de mi mundo, me ha hecho feliz.
Cuán diferentes pueden ser las cosas una vez que las buscas en el pasado, no hay comparaciones cuando se encuentran en el mismo camino lo más triste y lo más dichoso de la vida…Las tardes, sus ojos, mis manos…
Mis ojos, como ahora, sólo me permitían ver a través de los suyos, el amor que me profesaba era tan profundo como el color de su mirada, tan fija y tan segura de sí…Al tiempo que pedía a gritos protección. Reflejaba siempre esa firmeza que irradiaba un tanto de debilidad, como cuando ante alguien deseas parecer fuerte mientras que por dentro todas tus voluntades se doblan. Podría quedarme eternamente con mis ojos sobre los suyos, en un silencio de aquellos que susurran felicidad en los oídos. Sin palabras, enmudecidas como solíamos estar por unos minutos entregándonos sólo lo que la mirada podría dar…Aquella sinceridad profunda que nace del alma cuando se intercala con las necesidades del corazón.
Entonces mis manos podían alcanzar sus mejillas color canela, tan suaves como los pétalos de una rosa, las acariciaba suavemente esperando que sus labios dibujaran una sonrisa tímida para mí mientras que su piel disfrutaba de una ternura que no parecía propia de mis manos…A veces en las noches trato de alimentarme de aquellos momentos para sentir que alcanzo a llegar hasta ella y que puedo conversar de nuevo con sus ojos en silencio, deslizar mis dedos en su piel y alcanzarla sin ser ella un imposible.

Mis manos extrañan ese rostro tibio, porque las caricias ya no pueden ser dadas sino guardadas en la oscuridad de la pena y la zozobra. Ahora mi tacto es frío como augurio de la soledad en la que permanezco. Sus ojos han desaparecido y temo que al perderlos perdí los míos, que han partido lejos, rebuscando en los límites de la nada un minuto más que me permita recuperar otro instante a su lado.
Me pesan los brazos, y me pesa aún más un sentimiento que reside todavía en mi pecho. La pena es más y más honda, y la extraño cada día un poco más.

Cómo podría ella amarme de nuevo?
Cómo podría yo dejarla de amar?
Qué tanto podría decir yo ahora, que no le hubiese dicho mi silencio entonces?
Cómo más podría proclamarse mi alma si todo lo que redunda en ella es el amor que por su presencia clama?

La extraño, todo lo que sé es que la extraño. Y es que –confieso- aún le temo a la soledad que me ha quedado, porque no renuncio a su ser pero sí a su ausencia…Porque mi vida, así como mi muerte quisieran desprenderse de lo que ella es…Porque ella es lo que recuerdo, lo que no olvido y lo que quiero. Ella es mi sueño, y aún estando entre pesadillas, por ella es que espero.

”YA NI DUERMO PENSANDO EN COMO ME DARIAS CALOR Y ME ACARICIAS COMO LO HACIAS ANTES.”
JAZS

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