Y así, sin más, quiero cerrar mis ojos y no pensar más que en la magnitud de la nada, pues la nada es casi igual de reconfortante que aquel vacío de la no necesidad. No es para mal, y sin duda, no es para bien; pero es el estado preciso para no equivocar más los pasos y distinguirlos como seguros.
No entendería lo que pienso o lo que siento ahora, sólo le daré razón a entenderlo como indebido y absurdo. No me bastaría con aparentar un bienestar que es tan fingido como la felicidad cuando se está lejos de creer en ella…Es un simple estado, me repito. Uno como cualquier otro, adornado de sinsabores o de dichas. Elijo el vacío, aún cuando sé que no es vacío innato sino construido, la ausencia de una presencia, la presencia de ausencias…Y por tanto, un vacío que dolerá sin haber sido buscado el miedo de perder. Lo llamaré resignación, porque parto pensando en una oportunidad de la que fui partícipe, pero de la que no puedo participar…
Parto no más…Me voy. Huyo…

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