Qué triste…

Qué triste ha sido verla partir mientras en mi garganta se amarraban las ganas de llamarla de regreso y en mis pies y mis manos la necesidad de correr tras ella, sólo para escucharla hablar o para ver en sus ojos ese ingrediente casi adictivo que me clava en ellos.
Qué triste es pensar que una ilusión difícilmente puede ser real cuando la deseas tanto.
Y ahora me debato entre el orgullo y este dolor punzante de saber que quiero algo que no puedo tener. Saber que lo realmente complicado es debatirme entre el irme y el quedarme pero que no tengo el coraje de hacer lo uno o lo otro.
Qué triste es verme en un deseo irreal de tenerla cerca, de pintar con ella una ilusión y mantenerla…Triste es sentir sus besos en mi boca aún cuando debo borrarlos…Triste es pensar que todo se queda en una madrugada en la que se resume sólo una porción de lo mucho que podría y quisiera darle.
Qué triste es sentir este escalofrío de saber que existe, saber que es, pero que no está.

Qué triste ha sido verla partir mientras moría de ganas de retenerla conmigo ahora que está dentro de mí.
Qué triste saber que no había olvidado como llorar y que realmente no sé cómo olvidar.

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