Día errante

Un día de lluvia,...uno normal, como cualquier otro. Un café servido a la 11:00 de la mañana, tibio y con sabor a vainilla,...un poco de Sol para no estropear la mañana, un poco de calor para reservar la tarde. Un poco de lluvia para servir la noche.
El café no es café si no pienso en Milena. En esos ojos pequeños, minúsculos como su sonrisa,...casa de veranos y primaveras. Si pienso en ella, de seguro lloverá. Es un lunes, o un martes, qué tanto interesa el calendario? Interesa el frío sobre la tarde y las gotas de lluvia sobre la mano...Interesa Milena y su ausencia, el café servido a solas, la noche entrada en su ausencia.
Saco la mano por la ventana...la lluvia no refresca, más bien, duele. El dolor de la distancia y el sinsabor de olvido. Miro mi mano...es un infinito...faltan sus dedos, su piel, falta su mano. La mía está vacía sin la de ella...árido panorama de una solitud que obnubila, marchita y corroe.
Está el café...ahora frío...y no está Milena.
Lo que es, no es...un ficticio paisaje que me entrega un día cualquiera...quizás lunes, o quizás jueves. Su día favorito...
Todo el infierno escrito entre un café, una mano, una gota...y su ausencia.

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