¿Cuántas veces puedo herirme pensando en ella? 
¿Cuántas veces he de herirla de tanto pensarla?
El infierno se desata en mis dedos, en mi lengua,...en la letra que se escabulle y resuena,...el odio contemplado adentro de la intemperie,...un invierno que lava todo excepto lo que corroe,...moja e irrumpe,...sales que se despliegan en caravanas que celebran el cadente vacío, la oscuridad y el insomnio.
Máscara que cubre mi alma pero que desenfunda el miedo y la duda,...ya jamás,...jamás.
Hablo de tiempo, no de pasado,...hablo de la lucha, no de la pérdida. Hablo de lo que brota, no de lo que se calla. Cada pétalo marchito, cada tallo deshecho,...cada partícula rota,...lava que emerge del suelo y atora el paso, el momento, la vida,...su sonrisa.
Pantallas que se dirigen hacia ella,...eterna, etérea, ubicua, perenne. Tiembla el reloj y se rompe,...una eternidad asecha mi casa, mi sueño,...su sueño, ajeno, olvidado, perdido,...
Lo que callan las almas, lo que gritan los cuerpos,...lejanía de la verdad, verdad inquieta, inquietud que basta,...
Basta!
Basta ya de ella.

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