Un barco frágil de papel...


La llegada de un amigo te cambia el color del alma...

Te conviertes en bandera, libre ante el viento pero pendiente de un asta aún más poderosa que tu propia valentía de entregarle al vacío tu independencia.
Te conviertes en barco, un navegante de lo más profundo de la vida, rumbo fijo a ningún lugar, pero también hacia las maravillas de una existencia inexplorada.
Te conviertes en mar, manso a veces, tan tranquilo como una hoja deslizándose en las olas creadas por el soplo de un día de otoño...tormentoso otras tantas ocasiones, pero siempre con la suavidad que sólo el agua otorga cuando te roza la piel.
Te conviertes en puerto, aquel que siempre atiende al náufrago aún cuando no tiene compensación para tal labor de tu parte, aquel en el que es posible atracar si se tiene la voluntad de hacerlo.
Te conviertes en faro, iluminas caminos y te haces guía durante las noches más oscuras del año, tu luz, más radiante que la desprendida de las estrellas tiene la virtud de salvar vidas perdidas en medio de las mareas no fvorables para qpequeños botes forasteros.
Te conviertes en estrella, aquella que es perseguida para no perder rumbos quizás desconocidos, formas parte de una dirección, y aunque tiendes a desaparecer de día, estás presente cuando las demás luces se extinguen sólo con el propósito de mantener a flote los intentos ajenos.
Te conviertes en lluvia, tan suave como una caricia y tan fuerte como un golpe a cinco dedos; a veces se requiere ternura, y otras veces, la terquedad puede más que el mejor argumento otorgado.
Te conviertes en sol, aquel por el que relucen las aguas en las que navegas, aquel por el que se tapizan de verde los oasis, aquel por el que se abren los ojos de quienes reposan en los viajes eternos o de una vida.
Te conviertes en tripulación, hombres que limpian suciedades y reparan averías...miles de brazos con un objetivo, volver reluciente el suelo que pisan, secar aguas saladas no provenientes de las aguas que rodean la nave.
Te conviertes en mástil, la fortaleza más grande entre relámpagos, tormentas y lluvias...Con firmeza sostienes las dualidades del inconforme "destino", aprendes a no flaquear si es débil el barco que ayudas a sostener.
Te conviertes en timón y en velas, necesarias como voluntad, empeño y tesón para dirigir un presente hacia un futuro al son de un viento de libertad que empuja pero no presiona.
Te conviertes en horizonte, meta sin fin e incalculada por el ojo humano mas si por el sentido de la existencia que compromete estar vivo, eres esa línea que deja de ser imaginaria para convertirse en un proyecto de compromisos continuos.

Eres parte de un todo creado en ti, un todo que te llena que hace parte de lo que eres, de la esencia que define cada uno de los espectáculos de tu vida; te adueñas de un barco que compartes, todo es a mitades, mitades complementarias en todo momento; guías tu buena voluntad y compromiso con el mejor capitán de todos, un corazón...Corazón que aprende a sentir su mitad en brazos de un amigo, a quien le regala los viajes más hermosos jamás hechos; rodeados continuamente de amaneceres, atardeceres y anocheceres, algunos plácidos, otros no tanto, pero con la continua condescendencia que deja de ser para transformarse en un sacrificio tan limpio y puro como sólo podría ser el amor hacia un ser querido. Y, te aferras a lo maravilloso de ser para y por alguien más, lo vives, lo sientes, construyes un mundo de diferencias y similitudes y en él habitas, y por él das y recibes una mitad.
Por eso es que cuando un barco naufraga lejos de una orilla hasta el mástil más rígido perece para dejar al corazón a manos del agua, y a sus pies no hay arena que le sirva de resguardo, sólo queda un sitio para dirigirse, el fondo de las ciscunstancias...Pensando en las razones o en las locuras que ocasionaron la pérdida de esa valiosa mitad; y a medida que perece entre el hecho de desangrarse y de ahogarse sólo siente la necesidad de un llanto que surge entre el agua atragantada. Por fuera todo seguirá igual, el mundo continuará mientras se pierden las oportunidades de decirle adiós no a una pieza, no a un rincón, sino a una media vida perdida.

Siempre se puede dar un poco más mientras humano sea el marco que a nuestra existencia se ajusta, y quizás sea vaga la descripción de lo que podría ser o no ser una amistad...estrellas, ángeles, barcos o simplemente amigos, mitades que llegan y que pueden perderse en sólo un parpadeo de vida, no es una lágrima que se desgasta en una mejilla, es una mitad que se pierde en medio de la nada.
Los discursos se desgastan, y las palabras dejan de ser importantes, se desvanecen como una gota de agua ante el sol, se pierden...Pero un sentimiento no se pierde en la facilidad de las líneas distancia-tiempo. Amistad no es una palabra, es un sentimiento convertido en un hecho.

Quizás es un idealismo, pero a mí me gusta pensarlo así...así se siente cuando el corazón llora una pérdida o celebra una llegada...Somos puerto, y ojalá no fuéramos naufragio.

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