Mi amiga, soledad


Cuánto tiempo contigo en mi regazo, hasta el punto de acostumbrarme a la compañía más vacía de todas,...Cuánto tiempo deseando que no llegaras a mi vida, habiéndote perdido ya una vez en los brazos de la alegría de amar y en los suspiros de mañanas relucientes de emociones.

Y te has quedado aquí conmigo, eres mi eterna agonía y mi única salida a tanta desesperación desvalijada en las mañanas por la sensación de no conseguir una huida digna para recordar y lo suficientemente poderosa como para dejarte atrás.
Resides tan cerca como adentro de mí; has hecho tu nido en lo que de mi corazón has logrado tener para ti -e.d, lo poco que quedaba-, y ahora late sin sentido alguno, no hay ritmo, y temo decir que quizás no hay sangre que le llene...los latidos han comenzado a necesitar un bastón para iniciar y dificilmente llegar firmes hasta su final.

Ahora estás tú, estoy yo, estamos las dos...y mi anatomía no basta para todo lo que le traes, mas que en forma de regalo, en la silueta de una maldición eterna a la que le veo la geografía cada vez que abro mis ojos ante el Sol de la mañana. Sol, ése que dicen que sale de mañana y que seguirá despertando aún a pesar de lo que pueda ocurrir en las tardes o en las noches; pero, lo cierto es que sólo se levanta cada día para cumplir un ciclo de luz luego de uno de oscuridad...Y es que la vida a tu lado sólo me permite ver nubes; y no cesa de llover, afuera y adentro, en el corazón y en el alma.
Torrenciales de ácido que quema y que desvanece lo bueno antes que lo malo, y que no permite ver más allá del horizonte que ha dejado de ser hermoso para tornarse en una línea más del mundo imaginario.
Me has llenado los pulmones de aires vacíos de vida, ahora respiro no más que tristeza, la que me ha inundado de inseguridades que sólo entiendes tú...Es mi existencia un cedazo de los buenos tiempos y una barrera para el futuro; ahora ambas sabemos dirigir nuestros caminos con la comisión de unas cuantas buenas palabras tan fuertes como para esconder el dolor que nos aflige, y que se ciñe tanto a nuestro ser que es un parásito ahogado por las tantas migajas que nos roba instante a instante, minuto a minuto.

Eres lo que me ha quedado después de haber partido un día con mis manos llenas de tesoros abrigados por besos y caricias; mis manos ahora están repletas de tus vacíos, tus nostalgias y tus -aunque no lo quiera pensar así- dulces recuerdos, que me llevan a meditaciones a las que no deseo pertenecer por mucho más tiempo.

Pero haces parte de mí, tanto como yo de ti, y pertenecemos a la oscuridad de un amor perdido, desechado en el tiempo pero perdurable en él mismo...Una dualidad que lucha por no existir y que busca, aún, esas posibilidades que se ocultan detrás de la utopía y de su significado mítico pero fantasioso, tan fantasioso como la esperanza misma y tan puro como ella.

Siéntate aquí a mi lado, querida amiga soledad, y cuéntame de tus penas, tus dolores y tus angustias...
Dime qué es lo que has encontrado y qué es lo que has perdido...
Dime qué es lo que encuentras en la sensación de un beso perdido en los años...
Dime porqué te empeñas en desnudar mi alma segundo a segundo...
Dime porqué has decidido hacerte una cabaña en mi memoria...


Dime, soledad, qué hacer para dejar de sentirte...Porque me hastía emborracharme de tus licores de pasado y desangro al ver que de él sólo tú me has quedado

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