Azulejos

Los azulejos de mi vida enmarcan la más sublime representación de mis emociones, mi corazón.

Como él, se tiñen de colores más oscuros o más tenues conforme el sentimiento se acerque más al negro o al blanco de la existencia.

Los azulejos de mi vida tendían a verse brillantes, tan radiantes como el sol en primavera y tan perfectos como cada atardecer en el mar.

Reflejaban con grandes fulgores cada rayo de felicidad que se desprendía de mis momentos, de mis personas, de mis ángeles.

Esos azulejos, al igual que mi corazón, se han agrietado con el paso del tiempo, y con el tiempo han surgido instantes que han ensuciado la majestuosidad con la que se mostraban.

Mis azulejos han caído rotos al suelo y nadie los ha tomado con la delicadeza necesaria para regresarlos al marco que deben formar…Yacen, esperando…

Los azulejos de mi vida me han enseñado que no siempre al brillar es porque hay algo bueno cerca, y que no siempre al opacarse se aproximan las tinieblas.

Aún viéndolos en piezas tendidas dentro de mi alma, les veo destellos, aunque pequeños, que recrean para mí emociones recubiertas de alegría. Ellos no volverán a ser los mismos de antes, los mismos de siempre si llegasen a recuperar sus lugares; pero tampoco dejarán de ser lo que son sólo por no verse como solían ser.

Los azulejos de mi vida podrán permanecer en tierra, pero el corazón que cubren será perenne, y en su constancia hallarán el fruto para renacer en hermosura.

No perderán su fragilidad, ni la armonía con la que rodean el corazón…Mientras yo tenga la paciencia para levantarlos uno por uno cada vez que al caer me levante, ellos estarán ahí, con mi corazón recubriendo ése sitio al que nadie se esfuerza por llegar, un sitio que deslumbra sólo a quien a él llega: el alma.

Mis azulejos solo los veo yo, algunos de ellos están rotos, otros conservan su plenitud…Al final quien los quiera ver, verá el resultado de mis experiencias, mis errores y mis victorias…

Mis azulejos son lo que de mí no se ve…son escudo y espada, son mi vida.