Escuchar tu voz

Tan suave como una brisa de verano, y al mismo tiempo tan helada como las noches del Polo; no entregas ni regalas nada con ella, y yo, no puedo aspirar más que al remoto deseo de seguirla escuchando...Tu voz.
Armonías que ya no se despiden de ella, y que pierden su camino hacia mis oídos, ya no das ese manto de sensaciones maravillosas cuando dejas que cante por ti, ya es hueco el sentido que le das, la escucho y es decepción, la siento y es desilusión...Tu boca ya no le recubre de sentimientos prohibidos, ahora tu corazón la cierra y la mantiene aprisionada.
Pero a veces la siento diferente y tu negación constante me enloquece. Enturbias mis aguas cuando alejas de ti los pretextos, los prejuicios, y no hallo tranquilidad...Y es que aún conoces mis debilidades, y sabes exactamente cómo suavizar mis perturbaciones.
Dios mujer, qué extraño es no pertencerte, qué extraño es esconderme tras la amargura de tus silencios queriendo simplemente esconderme tras la necesidad de tus palabras...
Sigue siendo tu voz, sigue siendo tu boca, y podré tomar medidas desmedidas con las cuales lleguen ellas a mis oídos, pero no es igual, porque existe esa sensación de que ocultas algo tras tu desventura, tras tu seriedad, tras estos fríos que llegan a lo profundo del corazón...

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