Te vi

Estando en tu presencia gentil y sutil me descubrí, no en ojos abiertos, no en manos prestas, sino en el tibio aliento derramado por tu espalda y en la dulzura de la caricia deslizada por la mía. Valiente ha sido el momento en el que te encontré y coraje no me ha faltado para correr en pos de la presencia hermosa de tu respirar mientras me he alejado del infierno frío en el que me arraigaba por esconderme, por pertenecerle al pasado y al adiós que derivase anteriormente lágrimas a mis ojos.
No quise hablar, quise mirarte y sentirte tal cual eres; esperé que las palabras desaparecieran para entablar una conversación contigo, esperé que cayera la noche para ver tu luz, esperé que llegara la brisa para sentir calor…Esperé a estar sola para sentirte conmigo; y, no importando la ingratitud de mi fortuna aposté el alma en condición de visitante, en condición de forastera para reprimir el miedo, para reprimir las ansias que el humo de un cigarrillo no nublaba…Me aposté por completo para cerrar mis ojos y verte, para ocultar mis manos y tocarte, para sentirme muda y hablarte, para estar en tierra intacta y desplegar alas más allá del horizonte, más allá de lo abundante o lo escaso. Y allí, justo en la frontera de lo sublime, donde el agua te roza los dedos simulando una caricia, donde la piel se estremece por el viento rozando, donde los ojos ven mejor si se fijan en el alma…Allí, donde comienza a abastecerse la tinaja del corazón, allí fue donde pude encontrarte.
Y, donde te encontré me encontré…Quizás porque mi alma dejó de juzgarse para empezar a engalanarse, quizás porque más allá de mí estás tú, y por ti y lo que irradia tu belleza, por lo que no es escaso en tu sonrisa y es riqueza en tus silencios, fue que encontré palabras escondidas detrás de mi lengua e incrustadas en mis huesos. Palabras inválidas si las atraco de sentimiento, pero tan llenas de éste que se encarnan en mi deseo profundo de hacerte real.
He aprendido a hablarte sin palabras y a gritarte haciendo uso de ellas, he aprendido a tomar mi corazón y despojarlo del miedo.
Me he equivocado, no debía sentir, no debía revivir momentos ni circunstancias…Pero te encontré, más allá de mi plano habitual, más allá de mis pleitesías a lo irónico…Te vi, así que el error será dado a la belleza de tu presencia y no a la tristeza que trae tu ausencia…No importa cómo fue, en qué mundo o universo, no importa si tu resplandor es de una estrella inalcanzable, no importando mi desgracia…Te vi

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