Dato curioso

Estaba platicando con la luna, pensé que quizás al verme sentada bajo su brillo entendería lo que estoy pensando…Lo que estoy sintiendo.
De pronto te presentaste, y el tema fuiste tú, la voz y las palabras se transformaron al cantar tu nombre…No hay más de qué hablar.
Le comenté de tu ausencia y me preguntó por tu presencia…Al parecer sabe más de ti, al parecer te conoce y te ha visto sonreír.
Quise decirle que te extraño, que envidio sus ojos porque te pueden ver dormida, plácidamente tendida y soñando…No sé en qué, y quisiera imaginar el cómo, por eso hablaba con ella, para que me platicara sobre ti y tu mirada ausente recorriendo malabares exquisitos en la placidez de la penumbra.
Quise decirle que te quiero, creo que más que decirlo alcancé a gritarlo desde adentro; ahora compartimos un luto que aunque nos mantiene cerca de ti, nos aleja…Las emociones ya no son tan vivas como eran antes, me dijo, la poesía se ha resumido en unas cuantas palabras…Creo que por eso me pidió que te escribiera aún cuando no lo sepas…Aún cuando los restos de mis letras lleguen como mínimas palabras a tus oídos, con la simpleza del común, ocultando así por detrasito la sinfonía hablante de un “te quiero” susurrado al corazón.
Me preguntó por lo que siento, y de respuesta sólo pude mirarla con la melancolía arañándome los ojos y la soledad estrujándome el corazón, empujándolo a un rinconcito para que no hablara, lo sentí dobladito y arrugadito como un trapito viejo, sentí que me dolía…Quizás por eso se nubló, quizás por eso llovió, para acompañar el duelo detonante de esta nostalgia maldita que embriaga más que el alcohol. Bajé mi vaso por unos instantes, me llené de motivos y entonces la noche fue menos fría que mi amargura, me dolió quererte tanto, me dolió necesitarte.
Quise abrazar mis memorias, o al menos que hasta mí llegaran los brazos de esa fiel testigo de tu existencia…Pero el vacío fue infinito, tú no estabas mas que en mis labios, entre mis dedos y en mi memoria, y ella no podía bajar hasta mí, sólo verme rompiendo mi alma a pedacitos, tratando de recoger algunos de ellos para seguir existiendo; fue sencillo sentirme triste, y la Luna me vio llorar.
De lo que siento sólo quedan unas hojitas rotas con letras invisibles y renglones borrosos, palabras al viento y otras enmudecidas por el destino cruel que fatalizó mi sueño y me engañó encerrándome en la ilusión de tus ojos; de lo que siento, queda la necesidad absurda de tu voz en las mañanas y en las noches, queda el sabor de tus labios, el olor de tu piel, la sensación de tus manos en las mías, y el desdichado regocijo de saberte viva y saberte bien
…Sentí vergüenza al decir casi entre sollozos lo mucho que te quiero. 
Antes de despedirse me regaló un destellito de luz para encontrarte cerquita mientras que estás lejos; me dio unas cuantas estrellas para recordarte siempre que mire al cielo con la seguridad de que en algún momento puedo coincidir con tus ojos en la distancia, al menos tengo la certeza de que hay unos cuantos universos pendientes de ti; me regaló la noche para soñar contigo, al menos así te puedo ver si me esfuerzo en querer hacerlo; me regaló una brisa fría para recordar la calidez de tus besos…Me dio palabras para escribir, me dio razones para pensarte, y me concedió el deseo de extrañarte aunque me duela, porque recuerdo que te quiero aún cuando no me quieras tú a mí.

Hablé con la Luna, porque advirtió que tu ausencia me dolía…Y entonces me regaló la noche, me quitó el aliento y me permitió rendirme por fin ante este miedo. Me entregué a pensarte, a sufrirte, a llorarte…

Dato curioso: Anoche hablé con la Luna…Y de hablar tanto de ti, hablé mucho más de amor.

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Te extraño…Aún cuando nunca te he perdido…Y te quiero, aún cuando nunca te he tenido

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