Simpleza

Le dije que la amo,...a ella y a todo lo suyo. Que me gusta,...ella y todo lo suyo. Me dijo que miento,...podría valerme de mil palabras para contradecirla, de mil sentimientos. Pero quizá, sólo quizá, tiene razón. No amo todo de ella,...algo odio, algo repelo,...pero eso, también lo amo.
La vida y el tiempo la han cambiado,...a veces no la reconozco sino hasta que aparece la niña,...la minúscula princesa de sentires inacabados,...y entonces explota el amor y su vigilia.
Es un amor contaminado,...malditas circunstancias que afanaron la diferencia,...pero que han validado el coraje necesario para amarla a pesar de ser lo que ahora es.
Es un amor más allá del amor,...cuando trasciende una esencia a través del tiempo y del espacio,...Amo todo de ella, incluso los odios que tardíos llegan a mi puerta,...porque deja de ser perfecta, y entonces,...sólo entonces, puedo amarla como mortal, como humana, como un espejo de sí, pues soy, así como ella es de mí, el reflejo de los errores.
La mandaría a callar por decirme que no es cierto,...la podría insultar por renegar de mi sentir,...y eso le da la razón,...No amo todo, no gusto de todo,...y la oscura posibilidad de enfrentarme a ello, es (y sólo puedo decir esto) lo que reclama un amor que aún vive...Pues, -sólo yo cerca del entendimiento- amo de ella lo que no conozco, lo que no amo, lo que detesto, lo que aborrezco, porque yace cobijado por el anhelo incesante, malhumorado, triste y pesaroso de poder amarla por completo.
Apoyo mi moción, capitán y juez,...amo de ella lo que no amo, por creer en la posibilidad de amarlo.
Así pues, es el amor, en una sola esperanza, pasado, presente y futuro,...y está en todas las cosas, incluso en el dolor o el disgusto,...en la sonrisa o en el llanto,...he ahí el amor, aún intacto.

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