No puedo creer lo lejos que te has ido, tanto como para no divisarte a ti o a tus pasos al caminar. Me perdí el momento en el que comenzaste a partir y no pude dehacerme ante ti en un intento de despedida; tomaste la decisión de que me dejaría las manos vacías y las alas rotas...me dejaste a mi infortunio sin aires de bienestar futuros, sólo te marchaste con pasos firmes y sin una mirada de regocijo hacia quien una vez te tuvo tan cerca como la respiración a la vida misma. Es chistoso y al mismo tiempo no lo es, ver cómo lo mejor que me ha pasado se diluye tan fácilmente en un sinnúmero de sucesos no buscados y se transforma en algo que simplemente sucedió y que no volverá a suceder. Sigo en otoño mientras que el mundo continúa sus rutinas llenas de primaveras, veranos, inviernos y sus no tan comunes otoños...las hojas caen, los minutos pasan, los días terminan...Y el momento de olvidarte no parece establecer su parada en esta estación. Ese vacío de ti y la necesidad que de él se desprende no desaparecen...Y te sigo pensando mientras tú vives afortunadamente sin tener que recordar.
El tiempo ha pasado pero tú no pareces ser parte del ayer a pesar de que, de ti, sólo queda este vacío.
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