A la muerte

1178152060_f Te saludo a ti, parca, dueña de esa hoz que amenaza mi garganta tanto como el nudo se apodera de su soberanía ante la voluntad de aquella a quien le obedeces.
Te sientas a mi lado como si me conocieras, y no estarías tan equivocada si no quisiera conocerte…Porque no eres más que el resultado poco sutil de la pobreza de alma y de espíritu, de valentía y coraje.
Te sientas aquí porque sabes que no me rehúso a tu presencia; te sientas y permaneces porque no serás fugitiva nunca, mientras que tu contrato así lo establezca…Me tienes el cuello contra la pared, me tienes el alma contra la debilidad que actúa a modo de espada y de yunque.
Torturas mis inacabadas ganas de tocarte mortalmente…Y te ríes, te sonríes con esa mueca que detesto, te sonríes porque es irónico que no destruyas a quien a gritos te clama.
Me dejas con el morboso deseo de dejarte allí sentada para esperar que tu filo se resbale sin cuidado alguno por mis venas para deshacerme de este vacío, de esta sangre, de esta vida.

Desde este banco que apenas soporta tanta carga disimulada en un minúsculo cuerpo, alcanzo a respirar el olor del éter, ése con el que te perfumas y envenenas el aire, ése con el que me atraes a ti sin permitir que lo beba, o me embriague con sus efectos letales…Déjame desfallecer en ti, intérname en ese abrazo de muerte que tanto anhelo; intenta degollar este amor primero y déjame un último minuto de paz en esta vana existencia, que existencia sería si no le perteneciera a la muerte –a ti- que llegaste cuando ella partió…Cuando ella me partió y partió mi corazón. Cuando perdí de vista mis pedazos, cuando perdí de vista mi vida…Cuando pasé a ser hija de tu vientre y de tus huesos.
Estrújame contra el pecho vacío que te caracteriza, así, fuerte, para ver si pierdo mi corazón en esa potencia de tus lánguidas manos destripando ilusiones y el prepago de este amor que no recibe recompensas dentro del juego que quiebra y revienta en gotas de silencio…

Bebe de mí vida, que yo con gusto beberé de ti muerte, sin juzgar, sin prevenir…Sólo haciéndome parte de mi dolor mientras que tú lo desapareces, así, sencillo, rápido y sin pensar en algo más que en ella…Derritiendo mi ser en el vacío perfecto de su partida, de tu llegada, y de mi muerte, que no inicia aquí, sino cuando ella dejó de mirar mis ojos que ahora se pierden en los tuyos.

Te saludo a ti, parca, y me despido sosteniendo tu bastón, mi fugaz vida en tus manos, tu éter en mi lengua, y en mis labios el sabor no olvidado de un vientre canela que desnudo ante mis ojos fue la fuente de mi vida…Y pensando en él, caigo en tu vientre, que desnudo ante mi inconsciencia, es la fuente de mi muerte.

Vístase de luto el llanto
Vístase de seda la soledad
Pues muere la virtud
Muere la vanidad…
Muere tú justo ahora, cuando falta claridad…

Y a vos, Jeimy…Perpetuadora inmisericorde de cuanta muerte ha existido en mi diminuta existencia…A vos esto, porque aunque no supe quererte de la forma que a ti te gusta…Siempre y ahora, te quise con todo el corazón, y de la mejor forma que supe y pude…Amor no me faltó ni me falta…Me faltas vos.

“Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo. Tus ojos
serán una vana palabra,
un grito callado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sobre ti sola te inclinas
en el espejo, oh esperanza querida,
ese día sabremos también nosotros
que eres la vida y eres la nada.

Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como ver en el espejo
resurgir un rostro muerto,
como escuchar unos labios cerrados.
Descenderemos al abismo mudos”

Pavese

0 Silencios...: