Existe una ceremonia demasiado pura, en esto de amarle. En esta pseudo tragedia de sonreír y pensarla,...antagónicas referencias. En esto de escucharla cerca,...de verla aquí,...En esta manía mía de encogerme de hombros cuando la recuerdo.
Es ciertamente ceremonioso...un poco de indulto a los intentos,...y unos cuantos insultos a los pretextos.
Estaríamos juntos y con libros, y tibios en la cama, juntos por la noche con las ventanas abiertas y las estrellas brillando...
E. HEMINGWAY. París era una fiesta.

Odas y manteles

Le extendió manteles blancos a mis letras,...un paraíso de redes infinitas para deleitar los dedos,...para danzar entre suspiros y melancolías encontradas. Era la base de mi existencia,...una platea tibia de células atiborradas que invitaban a la locuaz comunión de sentir y escribir,...
El universo en regalo,...el cosmos envuelto en el detalle de quien elucubraba más de mí que yo misma.
Hojas, tapices,...el hermoso detalle bordado con mi nombre, con mis palabras,...con una imagen mía -aún desconocida-...Ella me brindó su sonrisa para detallarla entre las líneas que suponía escribiría...
Pero las palabras pueden escapar, así como el sentimiento se libera de sus raíces o de sus razones...El amor escapó...y las palabras no lo encontraron.
Soy víctima de esos espacios en blanco...de la nostálgico pero perfecto holocausto de quien escribía de amor,...soy escritora de delirios. El delirio de hallarla callada y ausente,...el delirio de encontrarla silente pero presente,...el delirio de amarla, de verla, de escucharla y sentirla,...todo, sin sentir el sabor de las letras...
La maldigo, a ella y sus intenciones, a ella y sus designios malogrados, hipócritas e innecesarios...a ella que provocó el silencio de las hojas, de las tintas, de las horas y las vidas,...esas tantas vidas que no me llenan, esas tantas vidas que no me encuentran, esas tantas vidas que no tengo, que no toco, que no respiro, que no siento...Esas, y estas otras vidas que de mí escaparon cuando ella llegó,...y luego,...luego de crear mil vidas más,...esas vidas que de mí, de nuevo, huyeron.
No escribo, no canto, no bailo, no lleno...los espacios vacíos dejaron de encantar,...ya no susurran las letras al oído, y ya las voces se silencian. Una por una se desvanecen las frases que antes de ser inocuas, envenenan...No hay un sólo texto partícipe de la alegría, de la devoción o de la locura,...no hay versos de tristeza, de odio o de razón...No queda un escrito que hable de ella...no queda uno sólo que hable de las dos,...no quedan ni sus ojos...ni sus manos, ni en la línea su voz.
Víctima del silencio que dejó...un silencio que marca día a día el reloj...tic-tac,...y hazañas de olvido enredadas en púas de amor...
Este es un silencio, no de ausencia de palabras,...sino de hallarlas perdidas, todas, una por una, vacías y muertas en un rincón. Nada habla de ella mejor que el silencio, mejor que la mano que se posa sobre la boca para ahuyentarla...mejor que la vida que abandona al soldado perdido en batalla.
No escribo ni palabras ni silencios...purgatorio fingido de tristes letras que no respiran.
Ella y el amor infinito,...ese inexistente, ese vacío...ese que no es porque no ha sido, ése que no será porque nunca fue.
Ella, el amor y las letras...las letras que confluyen en el mayor espectáculo de mutismo...Porque así es...así es todo, y todo ha sido, ha culminado.
Una oda al silencio, que sea esto, esto y todo lo demás...un recuerdo vino tinto, tibio y dulce de su mirada, su sonrisa, sus manos, su boca...y todo lo demás.
La presencia de todas las palabras al unísono...el blanco y el negro de los colores,...la ausencia y presencia de las notas que caen rendidas, y de las letras que yacen apagadas...Oda a ella y a no escribirle,...
Oda a ella, a la muerte de la que me guardó,...
Oda a ella, a la vida que me regaló...
Oda a ella, a la muerte infinita en la que me dejó.
Triste convencimiento de que el infinito llenaba cualquier corredor,...vaga razón...vago, vago y triste amor.


En los ojos...


El irritante viento que golpea los ojos,...un pájaro atrapado entre los párpados,...
Es normal para mí -ahora- llorar,...no buscaría una excusa o una razón,...Es el siempre, desvergonzado, motivo,...la siempre incorporada ausencia,...el inútil y repetitivo recuerdo,...el azar de la mañana,...el maldito incomprendido amor.

No hace falta decir por qué,...es un quién, o un sin quién...
Es el viento en los ojos...digo...es la ausencia en el alma, la vida sin calma, la causa perdida,...la vida dolida...
Es ella en los ojos, la boca y el tacto...no en los míos...y por ello, mejor...es el viento en los ojos.


Votos de oscuridad


Todo puede estar oscuro, negro,...y, al tiempo, tan pálido, tan vacío,...tan, muerto. 
Miro cada rincón, cada esquina de esa "nada" que surge de la delgada línea entre el vivir y el voraz deseo de morir. Soy yo,...yo con una lupa, yo con un lente tan delgado, tan liviano,...Soy yo, y son mis ojos, estos tan egoístas que a veces, todavía, hablan en confianza con esa vocecita que susurra y explota en el silencio de mi soledad.
Mi cabeza y yo,...mi muerte y yo, una cadena que ata la una y la otra,...y, en la mitad, infiernos, demonios y pasajes perdidos que ya conozco,...ya me sonríen, ya me llaman...me llevan lejos,...tan lejos.
Todo es nada,...el Sol, la lluvia, la noche, el cielo, la brisa,...Ah!, pero sus ojos...sus pequeños ojos...trocitos de avellana que como pozos me reciben,...El resto, el resto es nada.
Qué muerte tan cercana es esta,...Qué teatro, qué triste teatro el de las gentes, de las cosas,...el de las vidas.
Todo tan muerto,...tan lúgubre. Vida de mi vida,...vida tan perdida.