El dolor empuñando motivos, las palabras sangrando pecados, los silencios destilando veneno...
Van cayendo murallas y rocas, se descubre el laberinto...Yo, en medio,...ella, de pie fornicando con su pasado, risa e ironía en sus ojos...
El otro lado de la historia...unas letras vagabundas,...Insomne y triste estos dedos que las expulsan.
Un abrigo...un pequeño abrigo.
Abriga mis noches pequeña y torpe luna, abriga este frío, estos huesos, este amor.
Abriga mi alma, cerezo de dulce caída...pétalo infinito, abriga mi vida.
Abriga el hielo y la sombra, el insomnio y la herida, mi Sol que no brilla.

Pero abriga...

Cúbreme -aunque con veneno-
Mátame en este silencio,
    y déjame,
         como se dejan las cosas, 
                    tírame, abandóname...

De quererte tanto ya muero...
      Pero si me cubres en tu manto,
          quizás la muerte no sea algo tan eterno.

En qué punto, comisura o pliegue de su piel quedó mi nombre...
En qué otoño me busca para no encontrarme sino hasta la primavera...
                       Caen las hojas...mi espalda las dibuja.

En qué vida -si no es la mía- reside su aliento,
           En qué talla tiemblan sus poros,
                   En qué lengua haya un suspiro,
                             En qué ser, en qué alma, en qué esencia,...
                                               En qué muerte.

Las noches y su silueta,
          Las calles y su olor,
                    Los rostros y su figura...

Ojos y párpados,...
      Ausencia.
Marca...
Llama...
Pide...

Frío tatuando huesos...

En qué punto, otoño, o vida?

En qué aliento...

Perdida, perdida,...

               Perdida.


En la noche, abrigo su recuerdo,
      y él me abriga a mí.
No es que sea tibio el recordar,
     no es que sea dulce añorar,
             es que la noche es larga...
                   
                  Aún me cuesta respirar.

Verano tranquilo en sus brazos,
Invierno tibio a sus pies,
Otoño triste en su espalda,...

                   Primaveras rotas en su piel.

Se llueve la noche y se llueve el tiempo,
          angustia que quema en silencio.

Yo espero sentada, el café aún caliente,...
         Ella está lejana,
                Yo
                         la siento presente.


La muerte llega siempre,...
   Pequeñas dosis, ocultas negras, vacías...serenas.
             Una sonrisa o palabra, mirada o lágrima...un segundo,...silencio o voz...
                           Cada pequeña cosa es muerte.
Esclava de observar y buscar, de tropezar y caer,
    Siempre la encuentro. La miro de reojo, la retengo, la ansío,...
                               Y ella
                                   A mí.
No hay noche sin muerte.
    Salada y taciturna. 
         Un búho silente, casi ausente...
Pupilas daga, daga al pecho,
          noche que transita y muere -conmigo- donde mueren las cosas...
El nudo de la garganta, mejilla húmeda, puño, puño, puño.
          Intento roer el muro, golpeo, golpeo, golpeo.

Donde mueren las cosas...
            El suelo.
Salpica la sangre, la lluvia, incluso la vida salpica -cuando la muerte llega-
Rebota, re-cae...mancha el suelo, la carne y a memoria.
             Vino y goteras, tinta y papel.
                     Salpica la muerte...

El tiempo gotea...tic-tac,...infinito.
Gotea la noche que mata, daga al pecho,...
          Ojos...-sus- ojos. Infierno. Infierno,...infierno. Muerte.

Caigo con la noche...cae la noche. Cae,...
   Cae...

La noche no muere, no puede morir.
La caída no mata...

Cae infinita...mismo destino, mismo fin. El que cae no muere...
           Quizás la caída no tiene fin.